Viajar es suspender el tiempo, tomarlo y abollarlo, guardarlo en un bolsillo y llevarlo; hacia donde vayamos, durante el tiempo que dure el recorrido. Transportarlo a donde arribemos, transformado y embellecido, grabado en la piel, como si hubiera estado dormido, y despertarlo una vez que hemos partido. Con el primer paso. Ante el primer ruido.

martes, 9 de agosto de 2011

Para ver el mundo hay que viajar a Londres

Por Bárbara Asnaghi


No hay museo que se le parezca. Ni la Isla de los Museos de Berlín, ni el Louvre, custodian tan importantes y variadas obras de la Humanidad como el British Museum. Desde las primeras civilizaciones y Egipto, Persia, Grecia, Roma, Mayas, Incas, China Imperial; pasando por la Edad Media y la Edad Moderna, podría decirse que dentro de este inmenso caserón cultural, caminan los fantasmagóricos restos de todo nuestro pasado.

Si bien mucho de lo que hay dentro pertenece a otros países, como los mármoles de Elgin (del Partenón) por mencionar alguno, no se puede evitar sucumbir ante su magnánimo encanto. La Piedra de la Rosetta, otro de los tesoros del Museo, es la piedra gracias a la cual se han podido descifrar los jeroglíficos egipcios, abriendo a la cultura y al conocimiento una puerta fantástica al pasado. 

Actualmente, en 2011, el museo cuenta "La Historia del Mundo" en cien objetos, desde el "primer hombre" africano hasta nosotros. Esta fascinante perspectiva permite concentrar de alguna forma la vastedad del  lugar, que llevaría alrededor de tres días recorrer por completo.